García Calderón, Jesús.


Nombre:

Jesús García Calderón

 

Origen:

Badajoz (1959) 

 

Identidad:

Poeta, Narrador, Jurista...

 

Enlaces:

https://es.wikipedia.org/wiki/Jesús_García_Calderón

http://jesusgarciacalderon.blogspot.com.es/

 

Contacto

garciacalderon59@hotmail.com



Biografía

Badajoz, 1959. Doctor en Derecho, Fiscal desde 1985, cubrió sus primeros destinos en Huelva y Sevilla, siendo nombrado en 1995 Fiscal Jefe de la Audiencia Provincial de Lugo. En el año 2001 fue nombrado Fiscal Superior de la Comunidad Autónoma de Andalucía, cargo que desempeña en la actualidad, tras sucesivas renovaciones con el apoyo unánime del Consejo Fiscal. Es el octavo hijo del periodista y escritor extremeño Antonio García Orio-Zabala (1913-1975). Sus primeras publicaciones aparecieron, como ocurrió con otros escritores de su generación, a finales de los años 80 en distintas publicaciones dirigidas en Extremadura por el escritor Bernardo Víctor Carande.

Aunque ha desarrollado una amplia labor como poeta en los últimos 25 años, ha cultivado la prosa con la publicación de relatos y algunos ensayos. Su obra ensayística ha sostenido con frecuencia un tono multidisciplinar y autobiográfico, con frecuentes alusiones a la literatura contemporánea y a su vinculación o relaciones con el mundo del derecho (El derecho como espacio descreativo).

Entre su labor como jurista, destacan sus trabajos para la protección penal del Patrimonio Histórico y de los Bienes Culturales, especialmente de la riqueza arqueológica. En 2016 publicó una amplia monografía con el título La defensa penal del patrimonio arqueológico. Además, ha desarrollado funciones de cooperación internacional como experto o docente en esta y otras materias (legislación sobre menores infractores o blanqueo de capitales) en países como Honduras, Colombia, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Argentina, Méjico, Panamá o Macedonia.

Fue designado por el Gobierno en 2010, a propuesta de la Fiscalía General del Estado, como uno de los ocho vocales de la Comisión de Modernización del Lenguaje Jurídico que desarrolló sus trabajos, con la colaboración de la Real Academia Española, en el Ministerio de Justicia durante dos años, promoviendo especialmente la idea de construir un nuevo derecho a comprender que acabe con la habitual oscuridad del lenguaje jurídico y permita un desarrollo eficaz de los derechos fundamentales de los ciudadanos en su relación con la Administración y, en particular, con el sistema de justicia penal.

En 2015 fue nombrado Hijo Adoptivo de la provincia de Granada y Director de la Real Academia de Bellas Artes de la misma ciudad, en la que habría ingresado en 2010 para ocupar la plaza del profesor Antonio Gallego Morell con un discurso sobre El derecho al futuro de la ciudad histórica. Reconocido por diversas corporaciones y sociedades científicas, es también miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Granada, leyendo su Discurso de Ingreso en 2011 con el título Sobre la libertad de los monumentos). Recientemente, en 2016, ha sido elegido  Académico Titular de la Academia Europea de las Ciencias, las Artes y las Letras, con sede en París.

Ha coordinado durante varios años el Aula de Humanismo del Instituto de Academias de Andalucía.


Obra publicada

  • La provincia, nº 484 de la Colección Adonais, Madrid, 1991. Premio de Poesía Florentino Pérez Embid de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras (1990).
  • "Reos", nº 19 de los Cuadernos Poéticos Kylix, Badajoz, 1991.
  • "La Moneda Secreta", nº 123 de la colección Ángaro, Sevilla, 1996. Premio Ángaro, Accésit (1995).
  • "Un Lugar en el Norte", Del Oeste Ediciones, Badajoz, 1998.
  • "Los regalos sombríos y otros relatos", colección La Gaveta, Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2001.
  • "Hacer es Destruir", nº 134 de la colección Ángaro, Sevilla, 2003. Finalista del Premio Villa de Martorell
  • "La soledad partida" (Antología 1991-2006), Editora Regional de Extremadura, 2006. Con prólogo de Antonio Carvajal
  • "Los nudos de la vida", nº 29 de la colección Ánfora Nova, Córdoba, 2006
  • "El asombro escondido", Norbanova, Cáceres, 2010.
  • "La mirada desnuda", número 1 de la Colección Luna de Poniente, De la luna libros, Mérida, 2011.
  • "El heroísmo de una señora o la tiranía en su fuerza", de Francisco Villanueva, y Madrid con prólogo de Jesús García Calderón, Editorial Point de Lunettes, Colección Los libros perdidos, Sevilla, 2012.
  • "El Mal de la Muralla", Editorial Ánfora Nova, Serie Ensayo, Córdoba, 2013.
  • "Las visitas de Caronte", Ediciones de La Isla de Siltolá, colección Tierra, número 21, Sevilla 2014 .
  • "Una ciudad traicionada. La ciudad de Badajoz como temperamento", Editorial Ánfora Nova, Serie Ensayo, Córdoba, 2016.

Como autor de numerosas publicaciones jurídicas, podrían destacarse los siguientes libros:

  • "La protección penal del Patrimonio arqueológico", Colección de Monografías de Derecho Penal, Editorial Dykinson, Madrid, 2016.
  • GUISASOLA LERMA, CRISTINA y CORTÉS BECHIARELLI, EMILIO; Tres estudios Jurídicos sobre el Patrimonio Histórico, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, 2005.

Premios

Premio Florentino Pérez-Embid de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras

• Accésit del Premio Ángaro

• Accésit Premio Villa de Martorell

Premio Meridiana para la defensa de la Igualdad


Bibliografía sobre el autor

  • VVAA, "Jesús García Calderón: La lúcida voz de la memoria", Número monográfico y extraordinario de la Revista Literaria Ánfora Nova, (números 79 y 80); Córdoba, 2009.
  • Chicharro Chamorro, Antonio; Nada por perdido: sobre un libro poético de García Calderón, publicado en el Boletín de la Academia de Buenas Letras de Granada, núm. 4, enero-junio, 2015, p. 139.
  • Carvajal, Antonio; Comentario de texto del poema Manos de piedra; recopilado en el libro Costumbre Sana, colección Mirto Academia de la Academia de Buenas Letras de Granada; Granada, 2007.
  • García Fuentes, Enrique; Jesús García Calderón: Vida. Ética y poesía; Boletín de la Real Academia de Extremadura (Trujillo), tomo XXI, 2013, p. 223-256
  • Literatura en Extremadura, Poesía (1984-2009), Editora Regional de Extremadura, comentario del autor por Miguel Ángel Lama.

Textos

Una ciudad traicionada (fragmentos)

 

[…] El hombre de interior que habita en el oriente ibérico siente por el Mar la añoranza por algo que nunca tuvo. Queda rápidamente sobrecogido ante su contemplación y es fácil que con el tiempo acabe confundiéndolo con una forma de virtud. Cuando regresa a su vida cotidiana y enfrenta los días otoñales, parece buscarlo en su interior, como si descubriera una corriente que se negara a abandonarlo y optara por conservarlo como un rescoldo invisible que se agita con la mirada hacia los anchos cielos de su tierra. Asocia al mar con el descanso y la contemplación y lo trata siempre con la cortesía del visitante fugaz que no cuenta con el tiempo suficiente para hacerse pesado o importunar. El cauce del rio opera como una especie de catalejo telúrico, como un  recordatorio que se mira en silencio y se cruza con la sana envidia o nostalgia de quien contempla partir al viajero […]

 

[…] Esta evocadora condición forastera resulta muy fácil de sentir en las viejas fronteras, en lugares como la ciudad de Badajoz, acostumbrada a ser guarnición de primer destino para jóvenes militares ávidos de ascensos o una apartada capital administrativa, donde iniciar el recorrido escalafonal del funcionario aplicado o idealista. Muchos serán los que, igual que Giovanni Drogo en la fortaleza Bastiani de El desierto de los tártaros, tengan la necesidad de quedarse, pero la mayoría acabará por marchar con el ascenso correspondiente y, como quiera que la ciudad pervive en su memoria y el recuerdo siempre evoca años de una juventud saludable y plena de ilusiones, el forastero recordará siempre Badajoz como un pequeño paraíso cerrado al que volver para rendir culto a su mejor yo o a los mejores años de su vida. Esta percepción no es en modo alguno ingenua o voluntariosa sino real. Muchos pacenses pueden comprobarlo repasando algunos antecedentes de su propia familia o el curso de sus grandes amistades de juventud.

La contemplación de ese proceso vital en los demás satisface al pacense y lo hace más proclive a una forma de hospitalidad prolongada o, más bien, compartida. Trata bien al forastero porque sabe que lo necesita, lo trata bien cuando está y cuando se marcha, pero solo si transforma realmente su condición, aunque sea por un determinado período de tiempo, para convertirse en un nuevo habitante de la ciudad, en un paisano vocacional, en un nuevo vecino al que enseñar a convivir con aprecio a cualquier forma de ser y una cierta habilidad social.

Esta transformación ni es lenta ni resulta difícil. La ciudad se abre muy pronto y detesta, con las consabidas excepciones, la antipatía sin raíces, propia de otros lugares fáciles o envilecidos. El pacense se hace con el paso del tiempo y conforme al cumplimiento de su edad. Porque el temperamento de la ciudad de Badajoz y el pacense se acomodan con el paso del tiempo hasta convertirse casi en una misma cosa. Hablamos de un perfil que a veces empieza a construirse en la pubertad con los primeros signos de la amistad real, que vuelve con la juventud y sus habituales viajes de iniciación, disfruta con la madurez de esa condición esquiva y fértil de una ciudad repleta de lugares recónditos y formas de esquivar el bullicio o se consume durante la vejez que derrota a cualquier preocupación por el espacio que azarosamente se habita. Estas secuencias se viven con el paso del tiempo o se alcanzan con la llegada a la ciudad y, de algún modo, parece que se hacen presentes en el objeto material, quizá, más bello que la ciudad de Badajoz atesora.

Naturalmente nos referimos a la famosa lauda o lápida sepulcral de Lorenzo Suárez de Figueroa y Mendoza que esculpiera el veneciano Alejandro Leopardi o quizá Pier Zuanne delle Campane en 1503 y que se conserva en el claustro de la catedral de Badajoz. Su epitafio resulta tan extraordinario como su propia vida: Éste en la juventud hizo según su edad: y en las armas usó lo que convenía. La espléndida lápida destinada al sepulcro del noble y de su abnegada esposa Isabel de Aguilar, finalmente no sería utilizada. Lo enterrarían en Venecia, donde murió y disfruta tan ilustre pacense, entre tanta grandeza allí enterrada, de un injusto olvido y en cuanto a su sufrida esposa, en un colofón sublime para la triste historia de una soledad creciente y traicionada, optó por enterrarse en el Convento de San Onofre, donde dispuso otro epitafio, tan iluso como sublime, para su escueta y engañosa lápida: Dentro de la capilla en que yo estuviere no se entierre otra persona sino la mía, pues es justo que quien tan sola fue en la vida no tenga compañía en la muerte. Ambas sentencias, la del condotiero extremeño despechado que nunca quiso volver y la devota esposa que lo aguardaba, muestran una manera de ser y vivir la ciudad de Badajoz antes de ser devorados por las fauces del tiempo. En el primer caso, la misión encomendada al noble extremeño lo sumerge en una vida atropellada y llena de ambición que lo aparta una y otra vez de su lugar de origen y destino. Quizá fue su mala conciencia por la doble traición a su esposa y a la ciudad donde lo aguardaba por lo que quiso compensar su conducta con una lápida tan suntuosa. En el caso de Isabel, mujer sin duda irónica y llena de autoridad, su espera entre traiciones y promesas incumplidas la llevan a la vida apacible de la ciudad callada que sabe respetar a sus buenas hijas. Una vida apacible, sin duda, pero quien sabe sin llena de pequeñas tempestades interiores.

La historia compartida de Lorenzo Suárez de Figueroa y de Isabel de Aguilar no resulta especialmente conocida en la ciudad. Se trata de una carencia incomprensible cuando realmente es la relación con la ciudad la que protagoniza la historia. Al margen del erudito local y del viajero más curioso, Badajoz solo conoce un pasado de pocas, dos, tres generaciones a lo sumo. Normalmente, el pacense lamenta la pérdida de su identidad urbana y se convierte en un paradigma del urbanita europeo meridional y periférico. Cualquier fotografía antigua, levanta en el observador una atención desbordante y no poca extrañeza. La razón no es otra que la impronta transmitida desde la vieja ciudad amurallada, un temperamento propio de su perfil nítido y comprensible.

El desconocimiento del entorno más próximo, tanto físico como espiritual, es una de las carencias más incomprensibles de nuestros escolares. Es cierto que el localismo cultural se impregna muchas veces de una mentalidad pacata y empobrecedora que abunda en la defensa de valores anacrónicos, mediocres o inoperantes, pero la historia del lugar donde sostenemos la infancia siempre nos ayudará a comprender mejor la razón de nuestras carencias y nos hará más libres y eficaces en el futuro. La historia local, sin temor alguno a la proximidad temporal, debiera formar parte de los currículos escolares para completar la formación básica de cualquier ciudadano de nuestro tiempo […]