uestro tiempo está marcado por las emergencias, la palabra que preferimos para reunir toda la urgencia del peligro, del riesgo o la catástrofe, pero también de la llegada inesperada de lo nuevo. Emergencias que se acompañan siempre de un apellido, aunque todas estén relacionadas: emergencia humanitaria, emergencia social, emergencia ecológica, emergencia médica, emergencia vital. Es posible que sigamos algunas, como nuestros imprevistos de cabecera, con los que nos comprometemos: las migraciones y la globalización cultural, la crisis económica, la reivindicación de género y LGTBI, el fenómeno del #metoo, las democracias iliberales, la residencia de los populismos o la repetición de la historia.

Pero hablamos de literatura, y aquí también tenemos nuestros emergentes predilectos, de los que esperamos el asalto definitivo al presente: son los nombres que atienden las inquietudes contemporáneas, los que nos ayudan a entender mejor nuestro tiempo, incluso a darle sentido. Y no sólo son emergentes los nombres de las autoras y los autores. Son, también, y acaso con mayor trascendencia, emergencias necesarias y deseadas las nuevas formas de mirar, la escritura de género y la liberación de los géneros en la escritura, los conflictos de la identidad, el espacio que los libros ocupan entre los autores y la agenda pública: textos y voces emergentes, de intervención, pero también lectores interventivos, y entornos, como las librerías y bibliotecas, diferentes y recién llegados.

En la confluencia entre emergencia y emergentes se sitúa el XXIII Congreso de la AEEX, que quiere enfrentar esos desafíos con la respuesta de la literatura, una tarea a la que la Asociación contribuye desde hace treinta y cinco años. Para hablar de la relación entre emergencias de un lado y de otro nos reuniremos en Villanueva de la Serena, convencidos de que la misma literatura es uno de los actores de esta peripecia, que ha entregado, para comprender mejor nuestros días, la categoría de relato a la hegemonía de lo real, una realidad en la que sólo se confía verdadera-mente cuando llega de la mano de la ficción o la poesía.