Pecellín Lancharro, Manuel


Nombre

Manuel Pecellín Lancharro

 

Origen

Monesterio (Badajoz) (1944)

 

Identidad

Escritor, Bibliógrafo, Profesor, Ensayista...

 

Enlaces

 

 

Contacto

manuelpecellin@gmail.com



Biografía

Nace en Monesterio ( Badajoz) el 14-09-1944. 

Hizo el Bachillerato en el Seminario de San Atón, de Badajoz.

Se licenció en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca con un Memoria sobre Teilhard de Chardin. 

Obtuvo  la licenciatura en Filosofía por la Complutense madrileña, donde se doctoró con una tesis sobre el Krausismo en Extremadura.

 

Catedrático de Instituto, por oposición libre, desde 1976, ha sido Director de los Institutos “Pedro de Valdivia” ( Villanueva de la Serena) y “ Reino Aftasí” (Badajoz). 

Ha sido Profesor de Antropología Cultural en la Escuela Universitaria Santa Ana, de Almendralejo.

 

Ha impartido cursos de Doctorado en el ICE de la Universidad de Extremadura.

Formó parte del Equipo de Estética de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla.

Creó y ha dirigido durante ocho años el Servicio de Publicaciones de la Diputación de Badajoz.

Durante diez años, ha sido Director del Centro y la Revista de Estudios Extremeños, donde publicó numerosos trabajos y mantuvo la sección de  reseñas bibliográficas en cada número.

Fue cofundador y Presidente de la Asociación de Escritores Extremeños.

Fue responsable del área de “Ciencia y Pensamiento” de la Gran Enciclopedia de Extremadura, donde publicó 170 artículos.

Ha sido Asesor de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura y miembro del Consejo Asesor de la Asamblea de Extremadura.

 

Fue cofundador y Vicepresidente de la UBEx ( Unión de Bibliófilos Extremeños), cuyo boletín mensual, Oeste Gallardo, creó y dirigió.

Colabora asiduamente en los periódicos HOY y ABC.

 

Ha publicado numerosos trabajos en las revistas Alor Novísimo, Ars et Sapientia,  Alcántara, Anaquel, Turia, Capela,  Guadalupe y otras.

Fue coordinador de El Urogallo Extremadura, habiendo escrito numerosos artículos en todos sus monográficos.

Ha impartido cursos y conferencias en las Universidades de Extremadura, Salamanca, Barcelona, Trento (Italia), Covillá (Portugal) y Bochum ( Alemania).

Es miembro de número de la R. Academia de Extremadura.

Ha sido vocal de la CECEL, integrado en el Centro Superior de Investigaciones Científicas.

Es miembro de la R. Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz y de la Asociación Matilde Landa.

 

Desde 2005 al 2013 dirigió el Boletín de la R. Academia de Extremadura.  Es Secretario de dicha Institución y responsable de su  página web.

 

Es profesor del Profesor del Programa de Mayores en la Universidad de Extremadura

 

El año 2011  le fue concedida la Medalla de Extremadura


Obra publicada

-Camilo Torres, sacerdote y guerrillero. Madrid, ZYX, 1968.

- La crisis del petróleo. Madrid, ZYX, 1974.

- Literatura en Extremadura , 3 vols. Badajoz, Universitas Editorial, 1982.

- Antología de Luis Álvarez Lencero. Badajoz, Universitas Editorial, 1982.

- Extremadura vista por... Badajoz, Universitas Editorial, 1985.

- Azules sonidos de la música. Antología de Manuel Pacheco.  Badajoz,   Universitas Editorial, 1985.

- El krausismo en Badajoz. Cáceres, Universidad de Extremadura, 1987.

- Caleidoscopio. Mérida, ERE, 1987.

- Francisco Vera, matemático e historiador de la ciencia. Badajoz, Diputación, 1988.

- Wittgenstein-Heidegger ( coord.), Badajoz, Diputación, 1991.

- Extremadura a través del libro. Mérida, ERE, 1992.

- Quinientas publicaciones extremeñas. Badajoz, Universitas, 1993.

- Walter Benjamin (coord.). Badajoz, Diputación, 1994.

- I Jornadas sobre el Libro en Extremadura (coord.), Mérida, ERE, 1994.

- Bibliografía Extremeña (1995-1996). Badajoz, Caja Rural, 1997.

- Arias Montano. Badajoz, Periódico HOY, 1997.

- Felipe Trigo. Badajoz, Periódico HOY, 1997.

- Bibliografía Extremeña (1997-1999). Badajoz, Caja Rural, 1999.

- Bibliografía Extremeña ( 2000-2001). Badajoz, Caja Rural, 2002.

 

-Las Plagas Sociales, de Felipe Trigo. Edición e introducción. Villanueva de la Serena, Ayuntamiento, 2000.

- Pensadores Extremeños. Badajoz, Universitas Editorial, 2001.

- Historias Mínimas. Badajoz, Los Libros del  Oeste,  2001.

-Trata de blancas, de Felipe Trigo. Edición e introducción de Gregorio Torres y Manuel Pecellín. Villanueva de la Serena, Ayuntamiento, 2001.

- Historia de la Filosofía  coord.). Sevilla, Ediciones la Ñ, 2001.

- El papá de las bellezas, de Felipe Trigo. Edición e introducción de Manuel Pecellin Lancharro. Villanueva, Ayuntamiento, 2002.

- Bibliografía Extremeña (2002-2003).  Badajoz, Caja Rural, 2004.

-“Diez Historias Mínimas”, en  Otoño literario y solidario. Badajoz, Asociación Vecinos Santa Marina /Corte Inglés, 2004.

-Del tiempo viejo, de Luis Chamizo. Edición de Manuel Pecellín. Badajoz, Ayuntamiento, 2004.

- El hombre bicuadrado,  de Francisco Vera. Edición e introducción de M.P.L. Sesvilla, Editorial Renacimiento, 2004.

-Alma en los labios, de Felipe Trigo. Edición e introducción de M.P.L. Sevilla, Editorial Renacimiento, 2004.

-Los humildes senderos, Antonio Reyes Huertas. Ed. e intr. de M.P.L. Sevilla, Editorial Renacimiento, 2005.

-“Diez Historias Mínimas”, en Otoño literario… y solidario.  Badajoz, Asociación Amigos Santa Marina, 2004.

- Ensayistas Extremeños Contemporáneos.  Trujillo, Academia de Extremadura, 2005.

- Bibliografía Extremeña (2004-2005).  Badajoz. Indugrafic, 2006.

- Bibliografía Extremeña (2006-2007).  Badajoz, Caja de Almendralejo, 2008.

-Bibliografía Extremeña (2008-2009).  Badajoz, Biblioteca de Extremadura, 2010.

-Relumbres de Espejuelos. Madrid, Beturia, 2010.

-Homenaje a Luis Landero,  coord. y edic. con Paloma Morcillo. Badajoz, UBEx, 2011

-Bibliografía Extremeña (2010-2011).  Badajoz, Biblioteca de Extremadura, 2012.

-Dos Antonio: García Orio-Zabala y Zoido, coord. Badajoz, UBEx, 2013

-Bibliografía Extremeña (2012-2013). Badajoz, Biblioteca de Extremadura, 2014.

-Esperanza Segura, (coord.), Badajoz, UBEx/RSEAPB, 2014

-Visiones extremeñas del Quijote, (coord.), Badajoz, UBEx, 2015

-Carolina Coronado. Contestación al discurso de ingreso en la R. Academia de Extremadura de Carmen Fernández-Daza. Trujillo, Academia, 2015.

-Cielo y tierra nativos. Madrid, Beturia, 2016

-Bibliografía Extremeña (2014-2015).  Badajoz, Fundación Caja Badajoz, 2016.

-Una cata en los fondos decimonónicos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz, Badajoz, RSEAPB, 2016.

-El siglo XIX en la biblioteca de la RSEAP de Badajoz (coord.). Badajoz, R.S. Económica, 2016


Textos

 

LA JESA

 

Parte de mi infancia, adolescencia y primera juventud está vinculada a la jesa (como se le sigue llamando en Monesterio). Mis padres y tíos tenían sus campos, que explotaban juntos, en la “Joya Vaquera”, un magnífico encinar atravesado por la antigua calzada romana, ruta durante siglos de los trashumantes. Antes fue predio de los Garay, apellido con indudable resonancia étnica de una familia llegada alguna vez desde el frío Norte a mi pueblo (donde también abundan los Vascos y Lancharros, junto a otros gentilicios como Catalán, Gallego, Navarro, Sayago, Sevilla, Valencia o Villalva, testimonios léxicos de emigraciones seculares). Todos los primos, según la edad, contribuíamos desde muy pronto a las labores agrícolas. Sin duda, el rey de la explotación era el cerdo, para el que mi padre labraba con sus propias manos corralones, cercas, zahúrdas, parideras y tinahones, casi siempre solo de piedra, que él mismo sabía sacar de canteras próximas. Como había aprendido a darle muerte, abrirlo y prepararlo los días de matanza (en invierno, los de bellota; a finales de septiembre, “el torreznero”, cebado con desechos de la huerta e higos para complementar la chacina agotada los fatigosos días de siega, era y paja). Durante las vacaciones de Navidad, los chicos ayudábamos a coger las bellotas, que vareaban los mayores con el “trancayo” e incluso hacíamos noche en la casita del campo. Por supuesto, todos sabíamos dónde estaban los árboles mejores y reservábamos sus parvas para el consumo familiar, esperando que se “avellanasen”. Mi tío Manuel solía preparar la cena, a veces con algún conejo cogido a lazo o la paloma torcaz, la aguanieve o el gallocampo distraídos en la oportuna trampa. Teníamos también una buena piara de cabras, que todos aprendimos a ordeñar. Parte de la leche se vendía en casa, aunque la mayor parte la hacíamos queso. Tanto los hombres como las mujeres conocían las fórmulas tradicionales para cuajarlo, apretarlo en cinchos, salarlo y conseguir que se curase paulatinamente. El suero, para los mastines; se mezclaba con el pienso o se regalaba. Los calostros de las recién paridas eran un manjar, una vez cocidos y dulces, que también se compartía. Aquel tozudo campesino, mi padre, se empeñó en arrancar las encinas, quejigos y alcornoques de algunas hectáreas y las puso de higueras, cuidándolas con el celo que asombrase a Chamizo ante “la viña del tinajero”. A nadie se le daba gratis ni una embozada de bellotas, pero se permitía que cualquiera cogiese una cestita de blancos, negros o verdejos para su consumo. Gracias a eso, hay pobres que engordan varios kilos durante el verano, le escuché decir a mi padre. Una pequeña parte se secaba en las “paseras”; servían de postre en invierno e incluso para reforzar los morrales de las yuntas en los días  de huebra más duros. Hizo también un huerto, donde cosechaba todo tipo de productos, y lo llenó de frutales. No sólo daba para nosotros, sino que vendíamos. Incluso llegó a construir un endulzadero de altramuces, con su correspondiente horno y alberca, a imitación de otro mucho más grande en el que él se había criado, “El cerezo”. Su pasión por el agua le hizo cavar pozos y fuentes donde supuso que la había (no siempre atinó), derrochando habilidad para retenerla y conducirla amorosamente a través de gavias y atanores hasta los lugares oportunos. 

 

Una vez dije: Me percibo portador de una herencia que no lograré transmitir. Morirá con nosotros, los últimos retoños de las tribus agroganaderas. Hablo de olores como el vaho de las cabras, el hervor de los altramuces, las eras encendidas o el brillo del alcornocal tras la lluvia. Poseo sobre mi piel el calambre de los grillos recién apresados, la sedosa musculatura de peces sorprendidos en la cueva, las caricias de un pelacho titubeante. ¿Cómo y a quién decirle el murmullo de las colmenas, la zumba de los moscardones, el crepitar de zarzales en llama, el estallido de las piñas abiertas por el sol, los rumores miles del encinar? ¿Quién recoge de mi boca el empuje del calostro, la dulzura de los chupamieles, el amargor de los rabiacanes, el agraz del acerón, el encandilamiento de la melcocha o el azúcar de los higos rayados por la blanda? Ya pueden comprender de dónde procede: de la dehesa.